martes, 14 de diciembre de 2010

Mario Cruz

Mario Cruz
por Adrián Gallardo Nada

Bienvenidos a un lugar que... bueno, no es exactamente un lugar, mejor dicho una idea, una idea de algo que existe entre los lugares, entre las cosas. Ustedes conocen este lugar, lo han visitado en diversas ocasiones y seguramente volverán después de que hayamos partido. Este es un lugar de visiones y ensoñaciones, de humo y espejos, de promesas y mentiras, un lugar donde nada es lo que parece sino todo lo contrario. Este es el subterraneo, el mundo que existe debajo del mundo, la realidad que empaña la otra realidad, la que no puede apreciarse en los reflejos ni vislumbrarse en los aparadores. Una ciudad construida en negativos, ensombras de agua, en acertijosque asemejan vagamente a edificios en dodne cada habitación es un sotano, en donde ninguna puerta se abre hacia el mismo sitio mas de uan vez. Este es nuestro mundo, nuestro reino, una fuga colectiva habitada por siniestros y maravillosos personajes, dispuestos todos a fungir como guías de quienes deseeb emprender uan busqueda en realidad sin fronteras, en esta abstraccion del espacio en donde todas las brújulas apuntan hacia el sur.
Ellos son los rostros del subterráneo, los guardianes de un portal que no lleva a ninguna parte y a un tiempo a todos lados. Ellos son los hacedores de mitos, los tejedores de ilusiones, los inventores de inventos y los domadores de dioses. Esra es una galería para los que llenan las galerías, un show de fenómenos donde tú eres la mayor atracción, un vistazo al hoccico hueco de la noche. Como dije antes, eres bienvenido, puedes entrar las veces que quieras pero nunca podrás salir. Eres bienvenido ya que eres uno de nosotros.
Rostros del subterráneo, nació como un proyecto fotográfico de Daniel Drack, destinado a mostrar a los creadores que se ocultan detrás de su obra, a dar a conocer a esos desconocidos que tanto amamos y veneramos. Esta muestra es un acercamiento a las manos del pintor, la sonrisa del cantante, el cabello revuelto del poeta, y una ojeada a la mirada del fotógrafo. Una colección de imágenes que nos colóca del lado de los autores y los transforma en obras. Sobre los retratados pueden decirse muchas cosas; que son los protagonistas de esta escena artística, que nos envuelven con su portentosa y sombria belleza, que su talento ha marcado tendencias y levantado ampulas en propios y extraños; que su música, sus cuadros, sus escritos, sus actuaciones y sus danzas son el pretexto para que nos reunamos de vez en cuando para ahcer fila en espera del milagro; que son la única y verdadera razón por la cual vale la pena destapar la cloaca y descender al interior de la bestia.
Ver nota.

1 de Noviembre 1997

Conforme la noche se acercaba la expectación en mi interior iba en aumento, las sombras comenzaron a gobernar las calles y las penumbras ganaban terreno en mi imaginación. Las calles de insurgentes nunca me habían parecido más fascinantes, en alguna parte de esta avenida se ocultaba un misterio, un misterio que yo estaba empeñado en descubrir. El volante era bastante explicito: “prohibida la entrada a menores de edad”; bien, ese era un percance con el que tendría que lidiar ya que en ese entonces yo era apenas un chiquillo de 15 años y el mundo entero era una galeria de maravillas que no podían esperar a ser descubiertas.
Por fin llegué al lugar de la cita y pude observar a las demás criaturas de la noche que se acercaban con cautela, envueltos en sus trajes de terciopelo, ocultos detrás de gruesas capas de maquillaje blanco, sonrientes tras sus labios negros. Una mujer cubierta de cuero me dirigió una mirada francamente hambrienta y me indico con un guiño la escalera que me llevaría hacia el interior de la Carpa Geodesica antes de comenzar a subirla con pasos firmes pero delicados. Y yo, fascinado, me dejé arrastrar junto con ella al interior de la oscuridad.
Afortunadamente nadie reparó en mi edad cuando revisaron mi boleto y no tuve ningún problema para internarme en las sombras. El escenario se veia desnudo como una promesa abierta a la imaginación , una promesa de espectácuos sadicos de oscuras intenciones. Pasé algunos minutos buscando con la mirada a la chica de la entrada, pero por más que me esforzaba en estudiar cada rostro que se cruzaba en mi camino, sus razgos felinos se negaban a aparecer ; una voz lejana anunció la tercera llamada y las pocas luces que aún permanecían encendidas fueron apagadas, sumiéndose eb la más profunda media noche.
Fue entonces cuando la Infernalia comenzó, el espectaculo de horror y fantasía que había cautivado mi imaginación desde que me enteré de su existenci. El escenario se llenó de imágenes dantescas representadas por un puñado de actores. El teatro de los vampiros inició su macabra danza, hubo gritos y maldiciones, seres de ultratumba vomitaban las enseñanzas que el lado oscuro les habia conferido. Bebés no natos elevando un lamento de angustia que poco a poco fue transformándose en un gruñido de ira. Sensuales vampiresas se acariciaban lascivamente mientras ensalzaban las delicias de la pasión nocturna. Durante toda la representación fui invadido por los sentimientos mas diversos: temor, incertidumbre, fascinación, repulsión e incluso nostalgia. Me hallaba cautivado completamente por esta orgía visual de sueños y pesadillas. Finalmente el silencio volvió a dominar la sala y una silueta silenciosa subió al escenario, era un hombre de edad indefinida dotado de una extraña palidez, sus manos eran largas y delgadas al igual que el resto de su cuerpo. Sus labios se separaron para permitir que una voz educada y etódica nos diera la bienvenida antes de narrarnos su extraño encuentro con una esquiva criatura que se hacía llamar Dissaor, iniciandose así el evangelio de los vampiros...
Todavía mantengo fresca la imagen de Mario Cruz firmando libros después de la función, desde entonces conservo una edición de la que quizás sea su obra más representativa: Obra dl maligno, firmada y dedicada por su autor. En mi busqueda por emociones y mi travesía por las noches modernas, me he encontrado varias veces con este personaje a quién a la larga he aprendido a conocier por sus propias palabras y charlas pero en mayor medida por sus obras.
Mario Cruz es un hombre de ideas que gusta de la literatura lo cual se refleja en sus libros, en particular en las diversas partes del Evangelio de los Vampiros saturado de alusiones y tributos a otros grandes escritores oscuros como Aleister Crowley, H.P. Lovecraft, pero que también ofrecen una revisión a las culturas antiguas que se han atrevido a mirar hacia el otro lado del abismo sin temor a que el abismo les devuelva la mirada. De esta manera podemos encontrarnos con nombres babilónicos, sumerios e incluso aztecas conviviendo en armonía como parte de la visión de Cruz, quién se ha encargado de crear su propia concepción del universo a lo largo de su numerosa obra, poblándola tambén con personajes definidos y particulares, tal es el caso de Aleister Curiel, un carimástico y rebelde vampiro energético capaz de torturar con un sadismo extremo a todo aquel que se disponga a hacerle frente o a interferir con su sed de conocimiento.
La obra de Mario Cruz e bastante completa y rica en estilos, ya que se vale tanto de la novela, el cuento, e incluso de la poesia para compartir sus pesadillas, lo cual es interesante ya que en realidad ejerce una actividad profesional bastante alejada de las letras pero sí muy cercana a la enfermedad y demás actividades biológicas; no fuma ni bebe y me ha dejado en claro en diversas ocasiones que no usa drogas, no las necesita su imaginación por si soa es bastante capaz de transportarlo a los parajes más siniestros y la alimenta continuamente escuchando música, otra de sus pasiones, sobretodo el metal o la música black.
A veces cuando le pregunto qué opina sobre los cientos de seguidores que han tomado su obra como una especie de Biblia para candidatos a vampiros, me responde con una mueca de decepción ya que en realidad sus libros sí ocultan un mensaje, pero no es un mensaje de crueldad y sadismo hacia los seres humanos, sino un mensaje de iluminación al más puro estilo de la escuela luciderina, la búsqueda del conocimiento de uno mismo, un vistazo al lado oscuro no para sumergirse eb la maldad sino para alcanzar la iluminación. Por otra parte, Mario no cree en la religión, por lo menos no el la religión católica a la cual critica y ridiculiza de vez en cuando tomando sus propios elementos y torciéndolos para cumplir sus fines, quizá en respuesta a su propia educación religiosa ya que de joven estudió en una escuela de ese tipo, muy semejante al colegio San Juan que aparece en su breve pero celebrado fanzine Memorias de Infernalia, o tal vez en respuesta a los ataques que ha lanzado esa misma institución contra su obra y persona, censurándola en diversas ocasiones llegando al extremo de intentar impedir que la gente entre a ver sus espectáculos o que asista a sus lecturas de poemas, sin embargo lejos de preocuparle, Mario agradece la publicidad ya que gracias a ese tipo de situaciones su obra se ha dado a conocer de boca en boca, navegando entre los rumores y la realidad de una manera muy semejante a lso misterios medievales que tanto fascinan a su autor.
El tiempo es otra de las obsesiones del autor del Emperador de la noche infinita, viajes en el tiempo, visiones del pasado, el tiempo que todo lo deforma y todo lo transforma pero ue a la larga devuelve cada elemento a su lugar de orign. Yo tambien pienso de vez en cuando en el tiempo pasado, en el presente y cada vez menos en el futuro; me doy cuenta de que una de las pocas constantes en mi vida han sido los libros y que através de ellos puedo encontrar un poco de orden en el caos que me rodea, por lo mismo de vez en cuando, en ciertas noches con olor a lluvia, tomo entre mis manos algún ejemplar de Memorias del Abismo y dejo que sus letras me transporten hacia el pasado.
A veces observo a Mario Cruz firmando algún ejemplar y puedo reconocerme en el rostro fascinado de sus jóvenes lectores, ávidos por sumergirse en un siniestro mundo de fantasia , probablemente más luminoso que su propia realidad. Así los miro alejarse y de vez en cuando sonrío deseándoles una agradable travesía por el lado oscuro del tiempo, maravillándome ante la certeza de que Mario Cruz continuará exaltando la imaginación de cientos de viajeros por muchos años más, ya sea con su propia voz o a través de Oriam Zurc su contraparte maligna, o tal vez una nueva manifestación de su personalidad que no ha sido descubierta, no importa, lo verdaderamente importante es que el portal de la noche sigue abierto y cada vez somos más los que estamos dispuestos a cruzarlo.

NOTA: Publicado Originalmente en la revista “LEGIÓN”

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